sábado, 23 de agosto de 2014

Dura... y blanda

MUNDOTORO


Bilbao (España)
. La de Jandilla fueron dos corridas en una. Distribuida en tres y tres, y de modo equitativo, porque cada matador sorteó un toro más pacífico y otro de endemoniado carácter. Bueno de hechuras, desigual de tipos y pero en su mayoría bajos y estrechos de sienes (desentonó el cuarto, más basto) el lote de Borja Domecq ni aprobó ni repitió éxitos pretéritos en esta plaza. Los que aprobaron, y con nota, fueron los toreros.
Si no se le atasca la espada, Fandiño corta una oreja de cada toro, y si al presidente le da por cumplir el reglamento (pruebe Don Matías, que no pasa nada) Perera vuelve a pasear trofeos hoy en Bilbao. A ninguno de los dos le hicieron falta las orejas para justificar su gran tarde. Tampoco aPadilla, que sacó su incombustible raza en el cuarto, aún a costa de sufrir dos tremendas volteretas. El jerezano magullado y dolorido, volvió a dar la cara.
Después de dos toros nobles, justos de raza, la corrida cambió de guión en el tercero, toro cinqueño con el hierro de Vegahermosa, serio y estrecho de sienes, que hizo cosas de corraleado de salida, Se frenó en el capote de Fandiño y aunque mintió en el peto, porque empujó con reaños (aguantó el envite y lo picó arriba, perfecto, Rafael Agudo) llegó a la muleta complicado y reservón. Toro duro, de embestida fuerte y seca, con embestidas muy para dentro al que Fandiño aguantó y consintió en una pelea brava a la que dio forma por el pitón derecho. Hubo tres series de gran emoción, por la incierta embestida del toro y porque Fandiño le esperó atornillado y puro. Muy firme siempre. Pero el toro no le dejó pasar y pinchó hasta en tres ocasiones.
Luego el burraco sexto, fino, suelto de carnes y agresivo por delante embistió suave pero sin humillar ni entregarse nunca. La faena tuvo cabeza primero y luego toreo, porque Fandiño no obligó al toro, le dejó la muleta puesta y consiguio, tirando de él, prolongar un viaje que apenas tenía entrega y nunca humillación. A su altura las series surgieron hondas y rotundas, especialmente al natural, por donde hubo estética y dibujo en dos series importantes y muy rotundas. Después de unas apretadas manoletinas dos pinchazos, con el toro esperando con la gaita arriba, se llevaron el premio de nuevo.
Miguel Ángel Perera la oreja se la volvió a escamotear el palco. Dirán que la espada cayó baja, y es cierto, pero petición hubo y la primera oreja es potestad del público, presidente. Fue en el quinto, toro que embistió a saltos, descompuesto, incluso descoordinado en ocasiones y que en más de un trance pudo arrollar al extremeño, porque, en faena expuesta y paciente, Perera se empeñó en convertir en muletazos tan áridas embestidas. Con una autoridad tremenda, aguantando y soportando tarascadas, y con un aplomo y una capacidad imposibles se acaba imponiendo al toro.
Su obra ante el segundo tuvo más de técnica. No se pueden hacer las cosas más perfectas a un toro reunido y bajo al que apenas partió la piel en el peto para que le llegase con vida al último tercio, donde de nuevo el mimo y la delicadeza fueron las premisas, buscando unas embestidas que el toro nunca le regaló. Su falta de raza fue evidente, como la del castaño que partió plaza, toro noble, que tuvo calidad y metió y colocó la cara en el embroque... pero salió de estampida después de cada muletazo. Padilla le cerró la ventana en una serie, la faena estuvo en un tris de romper, pero finalmente se quedó entre dos aguas.
Luego el cuarto, el más feo del envío, se hizo el despistado en los primeros tercios pero cazó moscas en el último, rebañando y metiéndose por dentro. Avisó a Padilla primero en una apatatosa voltereta, que fue el preludio de un revolcón más fuerte, del que salió indemne de milagro el jerezano. Raza y casta. La que le faltó a la corrida de Jandilla, unos por blandos y otros por duros. Contradictorios todos. 
Plaza de toros de Vista Alegre. Séptima de las Corridas Generales. Dos tercios de plaza. Toros de Jandilla, 3º con el hierro de Vegahermosa, desiguales de tipo, serios, bien hechos salvo el cuarto, más basto. Los hubo nobles y bajos de raza, como 1º, 5º y 6º y duros y complicados, como 3º, 4º y 5º. Juan José Padilla, silencio tras aviso y ovación tras dos avisos; Miguel Ángel Perera, palmas y vuelta tras petición; Iván Fandiño, silencio tras aviso y ovación. Destacaron a caballo Ignacio Rodríguez y Rafael Agudo. Saludó Miguel Martín en banderillas

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